Iniciar un programa de coaching ejecutivo representa una gran apuesta para la gestión del talento en una organización. Sin embargo, este tipo de iniciativas que buscan trabajar sobre las brechas que poseen los líderes para conseguir sus objetivos en una empresa, no siempre son recibidas de forma proactiva por quienes serán protagonistas del proceso como coachees.
El coaching ejecutivo es una invitación a analizar la forma en que estamos haciendo las cosas, para alinear las expectativas que posee la empresa respecto de su visión estratégica con la gestión de un ejecutivo.
Este proceso implica pensar fuera de la caja, para tensionar las estructuras con las cuales estamos llevando a cabo nuestra gestión y de esta forma hacer los cambios que la empresa espera en nuestro accionar.
Un gerente comercial que está cumpliendo con sus metas de venta, por ejemplo, puede estar teniendo problemas de clima laboral en su equipo y con ello, estar generando una alta rotación entre las personas que se encuentran bajo su dirección.
A su vez, en cargos regionales esto puede relacionarse con el posicionamiento a nivel directivo, la contribución de la sede local a la Región, entre otros aspectos que se consideran en la evaluación global de un líder.
Según el Gerente General de Lee Hecht Harrison Argentina, César Jorge, el rol del coach debe abordar estas situaciones fomentando el equilibrio entre las habilidades analíticas y las interpersonales, para permitir que el coachee se adueñe de su rol de liderazgo, acortando, de esta forma, la brecha entre lo que se dice y lo que se hace a nivel de gestión.
Al respecto, César también indica que lo más relevante para conseguir este objetivo es que el coach entregue “experiencia para aportar a la estrategia del ejecutivo y que conozca el entorno del negocio en el cual se está desenvolviendo”.
En este contexto, el coach también debe poder fomentar el desarrollo de la visión y dirección estratégica del coachee, para facilitar el despliegue de las competencias individuales y las del equipo.
Finalmente, estos aspectos deben converger en la consolidación de un fit cultural, que haga que los valores e intereses de la organización, sean congruentes con los que poseen los líderes y sus equipos al interior de una empresa.
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