En la medida en que las fronteras entre el trabajo y la vida personal se desdibujan, de la mano de la tecnología móvil, el espacio laboral se reinventa: trabajar las 24 horas y sentirse «feliz».
Un poco de historia
La oficina de plata abierta no es nueva. Fue inventada en la década del 50 en Alemania, basada en la presunción de que eso elevaría la productividad y la creatividad. Pero no funcionó así.
Lo que ocurrió fueron mayores índices de contagio de enfermedades, ausentismo, menor productividad y poca sensación de bienestar entre los empleados.
Así se dio paso al sistema de los famosos cubículos de paredes bajas, inventado en 1964 por el director ejecutivo de Herman Miller, Robert Propst. Parecía la solución perfecta para dar intimidad a los empleados de menor jerarquía.
A medida que la iniciativa se popularizaba, los cubículos se fueron reduciendo en tamaño y calidad, transformándose en filas infinitas de cajas grises.
Irónicamente, para escapar a esa repetición monótona y rutinaria de los cubículos se regresó a las oficinas de los 50.
La proyección a presente-futuro
La próxima generación de oficinas traerá más variedad de espacios que nunca. Combinarán despachos privados, oficinas para reuniones, escritorios en cubículos de paredes bajas y largas mesas abiertas con lugares para computadoras móviles.
Pero lo que realmente nuevo serán las áreas informales tipo livings y cafeterías, combinadas con cuartos aislados para cuando los colaboradores necesiten concentrarse o hacer una llamada telefónica.
Para agilizar los tiempos de debate, desaparecerán las sillas en las salas de reuniones. Y si bien el concepto de un escritorio personal está muriendo, en compensación, proliferarán los livings y comedores, para trabajar más sin darse cuenta. ¡Y contento!
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