Los grupos de trabajo se conforman con todo tipos de empleados, algunos hace años que pertenecen a la empresa, otros se incorporan en determinados momentos, lo cierto es que en este conjunto de personas, puede haber lo que en la jerga se llama “empleados tóxicos”.
Es lamentable pero constituyen un estorbo para el desenvolvimiento de la actividad laboral.
Para enfrentar un problema el primer paso es siempre la identificación. Algo semejante al diagnóstico que realiza el médico. La solución drástica de la no permanencia de estos empleados en la empresa son decisiones que dependen de la dirección.
Pero la otra alternativa que se propone a través de su identificación es “combatirlos” o dicho en otros términos “transformarlos”. Generar cambios de actitudes a partir de acciones.
Así una posible solución es promover proyectos de capacitación extra y planes de mejora para los empleados. Intentar ser razonable y marcar sus errores. En este caso es imprescindible el apoyo para que se transite la transición lo mejor posible. La supervisión constante para revisar el avance o retroceso, y marcar el rumbo para el objetivo a cumplir.
Otro incentivo puede ser premiar el cambio y los esfuerzos. Son buenas ideas para mantener la motivación alta.
La frase de Stephen Covey nos inspira: “Personas interdependientes combinan sus propios esfuerzos con los esfuerzos de otros para conseguir sus mayores éxitos”.
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