Durante una de mis ponencias, tuve la oportunidad de conversar con un hombre de la generación de los baby boomers, acerca de la igualdad de géneros y los progresos alcanzados (o falta de los mismos). Me dijo: “Tammy, nos fuimos desarrollando durante decenas de miles de años, desde la época de las cavernas. Las cosas no cambian de la noche a la mañana, y no lo harán a la velocidad que deseamos. Pero las nuevas generaciones son distintas; serán diferentes”.
Esa forma de pensar es un denominador común dentro de las organizaciones con las que he trabajado elaborando su estrategia de diversidad e inclusión. Todos creen en la promesa de que las nuevas generaciones forjarán un futuro mejor. Pero, me pregunto: ¿Lograrán cambiar profundamente las cosas? ¿Están siendo educados para pensar de una manera tan distinta a sus predecesores? Permítanme dudar.
Seguro que las nuevas generaciones están creciendo en una sociedad global, rodeados de una mayor diversidad y están expuestos a una definición amplia de “familia”. Pero, cuando se trata específicamente de diversidad de género, roles y el pensamiento arraigado, ¿Son tan distintos? ¿Hay cambios palpables?
Si bien estoy de acuerdo con la teoría de las cavernas de que el cambio es paulatino y lento, rechazo la idea de que sólo hay que esperar nuevas generaciones para evolucionar o crear un futuro mejor. Sin nuestra guía, no podrán avanzar mucho; no podrán resolverlo todo solos o mágicamente.
El comportamiento cavernícola existe y persiste en la actualidad: en las juntas directivas, en la política, en el trabajo y, lo que más me sorprende: en el patio del recreo de la escuela. Por ejemplo, estaba sentada en una cafetería el otro día, cuando escuché a dos muchachos jóvenes discutir las respuestas de una trivia: “¿Quién fue la primera persona que logró volar?”. Uno de los jóvenes respondió: “Amelia Earhart”, lo que provocó la risa socarrona del otro, que le respondió: “Seguro que fue la primera mujer en volar, pero no la primera persona, porque, bueno, era una chica”. Algunos lo interpretarán como una charla ingenua entre jóvenes, pero yo lo llamo refuerzo de estereotipos.
El segundo ejemplo que les contaré, me afecta en forma directa por tratarse de alguien muy cercano. Estaba a punto de salir a caminar con toda la familia, cuando mi hijita nos detiene y dice: “Papi debería ir primero”. “¿Por qué?”, le pregunté. “Porque él es el líder”, respondió. “¿Y por qué crees que él es el líder?”. “Porque él es hombre”. ¡No podia creerlo! ¡Semejantes palabras proviniendo de mi hija! La hija de una mujer que trabajo durante más de una década para promover el liderazgo femenino; de una criatura educada por padres feministas, que reparten con equidad la educación de sus hijos y los roles en las cuestiones domésticas! ¿¡Mi hija!? Sí, porque al parecer, hay situaciones presuntamente inofensivas que suceden a diario que forjan su percepción y no les prestamos atención.
A la corta edad de siete años, mi hija no supo explicarme por qué pensaba de ese modo pero, dos años después, sin preguntárselo, se acercó a explicarme por qué creía que su Papá era el líder. Durante una excursión en la que fuimos con varias familias a hacer senderismo en las montañas, cuando nos acercábamos a zonas peligrosas o escarpadas, uno de los padres, siempre pedía a sus hijos que esperaran a que él pasara primero y detrás, siempre lo seguía su hijo varón. Fue producto de esta interacción que me hija creyó que los hombres siempre van primero y que son los líderes del resto.
Podrán imaginar las conversaciones que mantuvimos luego de que ella compartiera este recuerdo; todas en torno a que el liderazgo no tiene que ver con el género. Sin embargo, no puedo dejar de preguntarme cuántos padres prestarán atención a la forma en la sus hijos forjarán opiniones sobre género. El futuro es incierto, a menos que tomemos en cuenta esos momentos presuntamente ingenuos, para moldear el pensamiento de nuestra juventud. Este tipo de situaciones se dan en todas partes y nos rodean. Prestemos atención. Aprovechemos el momento, aseguremos el futuro.
Fuente: Tammy Heermann. Vice Presidente Senior, Soluciones Estratégicas de Lee Hecht Harrison R.U.
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