En la actualidad, trabajar bajo presión ha pasado de ser un requisito para determinados puestos a ser considerado como una competencia profesional cada vez más exigida por las empresas.
El nivel de presión es superior al de años precedentes debido a que el mercado laboral es cada vez más competitivo y el nivel de exigencia de las empresas es cada vez mayor. Esto, en términos generales, significa sobrecargar a los trabajadores con más trabajo para cumplir en menor tiempo.
Trabajar bajo presión puede optimizar la actividad del individuo y aumentar su productividad.
No obstante, si la persona no sabe manejar este tipo de situaciones, aumentará su cansancio, generará estrés y disminuirá su rendimiento.
Por estas razones las cualidades a desarrollar y “no morir en el intento” son:
• Planificar
• Priorizar
• Organizar
• Delegar
No parece ser tan difícil. Lo importante es asimilarlo como una rutina de trabajo de cada día.
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