La verdad y un liderazgo que apuesta por la comunicación pueden hacernos superar las más terribles turbulencias, dentro y fuera de la empresa.
Siempre uso este ejemplo cuando pienso en incertidumbre: imagínese que está relajado en un vuelo. De la nada, el avión comienza a moverse bruscamente. Se enciende la señal de abrocharse los cinturones. La turbulencia empeora y se pone complicada. Vuelan cosas por la cabina. Los pasajeros se asustan y algunos gritan. El piloto no dice nada. Todos tenemos miedo. Ahora, imagine la misma situación con una diferencia: se escucha la voz del capitán ―muy calmada― explicando las razones de la turbulencia y afirmando que durará no más de dos o tres minutos hasta alcanzar nuevamente cielos claros. La turbulencia sigue, pero baja la tensión. Es claro que quien está al mando se encuentra tranquilo, sabe lo que hace y tiene la situación bajo control: baja el nivel de ansiedad en todos.
Y es que frente a situaciones como esta u otras que generan incertidumbre necesitamos información frecuentemente y escuchar la verdad sobre lo que pasa, aunque esta no sea necesariamente fácil de comunicar o recibir. La verdad bien comunicada será en todo caso siempre mejor que los comentarios de quienes opinan sin saber todos los hechos o que hablan en función de sus propios miedos, generando rumores que agudizan la incertidumbre colectiva.
La incertidumbre, también en lo profesional, nos enfrenta a una montaña rusa de emociones que afecta nuestra productividad, efectividad y capacidad de concentración. Además, nos resta flexibilidad para adaptarnos rápidamente a los cambios, así como a las nuevas realidades. Y, ante la incertidumbre, las personas usamos más del 30% de nuestro tiempo en pensar cómo los cambios afectarán nuestros trabajos y vidas. Pero la incertidumbre puede ser la ocasión propicia para ejercer y mostrar nuestra flexibilidad, madurez e inteligencia emocional; y sobre todo, liderazgo. La mayoría no lo hace y equivocadamente, defiende a raja tabla el statu quo, por lo que, sabotea sin querer la organización y obviamente su carrera.
Por eso, las épocas de incertidumbre, aunque difíciles, brindan excelentes oportunidades de afianzar nuestras marcas personales. Focalizar nuestra atención en realmente apoyar a otros actuando de manera transparente, seria, pero muy positiva dejará en evidencia nuestro liderazgo. Es vital cuidar activamente la moral y confianza de todos en el equipo mientras regresamos a cielos más tranquilos. Alguien debe hacerlo y quien sino nosotros para dar un paso adelante. Liderar ―hacernos cargo de otros― es una responsabilidad muchas veces ineludible, pero muy humana y necesaria. ¡Y asumirla nos da la oportunidad de crecer y desarrollarnos como ninguna!
Fuente: Inés Temple – Presidente LHH DBM Perú
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