El ultimo email de Michael Stuban a sus jefes de la Comisión de Autopistas de Pensilvania fue realmente demoledor. En su última acción previa a retirarse, el gerente medio de 58 años, envió un email excesivamente crítico, en el que acusó a la empresa de nepotismo desenfrenado, liderazgo ejecutivo irresponsable y escasa moral, generada por gerentes incompetentes. Stuban describió la cultura de la empresa en una sola palabra: “Falsedad”.
El email (enviado a más de 2000 empleados de la Comisión de Autopistas), se convirtió en primera plana de los diarios. Stuban otorgó una entrevista a “Philadelphia Inquierer”, en la cual continuó difamando a sus compañeros y a sus superiores, acusándolos de contratar gente “incapaz y dura como piedra”.
Dependiendo la perspectiva con la que se lo analice, Stuban puede ser interpretado como un héroe del estilo Jerry Maguire, que tuvo la entereza de decir lo que piensa o; como un empleado gruñón y disgustado, expresando sus propias frustraciones de carrera. Él estuvo 35 años en esa empresa, 25 de los cuales, se desempeñó como gerente medio. Claramente, acumuló mucho rencor, frustración e ira. ¿Cómo lo definimos? ¿Es un héroe que se animó a enfrentarse a la dirigencia o, es una gran decepción, que demostró falta de responsabilidad como líder?
En mi opinión, Stuban se equivocó al mandar el email a sus colegas. Pero, no porque me desagrade la honestidad brutal (de hecho, es bueno que haya un poco más de franqueza en nuestros empleos), pero porque creo que, estando en un rol de liderazgo, él es parte del problema que critica.
Hay quienes creen que Stuban demostró verdadero coraje al emplear su “carta de despedida” como un foro para la crítica. Dudo que esa actitud demuestre “coraje”. Si realmente tenia valor, hubiera hecho algo mientras ocupaba un rol de liderazgo. De haber hablado antes, podría haberse convertido en el generador del cambio dentro de su organización.
Es cierto que “era solo un mando medio”, y también que trabajaba en un ambiente cerrado al feedback. Es verdad que, generar cambios dentro del sector público es dificilísimo, porque suelen ser burocracias arraigadas en las que los cambios no hacen mella. Entendemos el contexto, pero él seguía siendo un líder que representaba a una organización y era parte de su tarea enfrentarse a desafíos y adversidades.
Sin embargo, tener el coraje de decir la verdad ante los poderosos, es algo que todo líder, sin importar el grado, el tipo de empresa o la ubicación, debe estar preparado para hacer. Es la única forma de mejorar las cosas.
Las grandes organizaciones son muy complejas y suele haber gente que, al igual que Stuban, son infelices, se sienten desmoralizados y sufren la ineptitud e incompetencia en silencio. Por desgracia, la combinación de “desmotivación” y “silencio”, atentan contra cualquier intento de liderazgo responsable. Si hay algo que está mal, un líder debe expresarlo (sin exagerar ni maltratar a nadie), pero hay una obligación de, respetuosamente, esgrimir su preocupación y motivar a los demás a cambiar las cosas.
Un líder juega un papel importante en la identificación de problemas, la búsqueda e implementación de soluciones. Requiere valor y coraje llevar descubrir y desarrollar la solución.
Analiza tu propia performance como líder. ¿Cuándo notas dificultades, lo dices? ¿Eres el primero en tratar de resolver los problemas y encontrar soluciones? ¿O eres de los que se refugian detrás de un café y se quejan hasta el cansancio sin aportar ideas para el cambio?
En el Gut Check de esta semana preguntamos: ¿Tienes el valor de decir lo que piensas?
Fuente: Vince Molinaro – Global Managing Director, Líder de Estrategias para Lee Hecht Harrison.
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