Cuatro días, cuatro países, seis ciudades. Ese fue el itinerario de viaje durante la última semana, en la que recorrí Bélgica, Suiza, Alemania y Holanda para el lanzamiento de mi libro “El Contrato de Liderazgo”. Entre los aspectos destacados de la semana, mantuve algunas conversaciones y debates con líderes empresariales de elite en la ciudad holandesa de Eindhoven. Compartí con ellos los datos de las encuestas de Lee Hecht Harrison en las que se nota claramente que el problema de la falta de responsabilidad en el liderazgo es un problema global.
Los resultados de la última encuesta arrojaron que un 72% de las compañías europeas creen que la responsabilidad en el liderazgo es un aspecto clave para el negocio y sólo el 31% de ellas están satisfechas con la conducta de sus líderes.
A la vista de estos resultados, solicité a los líderes allí reunidos que reflexionaran acerca de su propia responsabilidad. Uno de ellos fue contundente respecto a su desempeño: “Esta sesión resulta valiosa porque me di cuenta de que no he sido responsable en mi liderazgo. He disminuido mi nivel de exigencia y me he tornado complaciente”. Explicó que había dejado de buscar desafíos y que había caído en la rutina. Que ya ni se cuestionaba si estaba desarrollando bien las funciones de su cargo. Admiré el valor que demostró con su confesión. Él comparte el mismo problema que muchos líderes tienen hoy: la responsabilidad.
No importa cuán comprometido con tu liderazgo estés, siempre habrá momentos en los que “te dejes estar” o peor aún: que no te des cuenta. Reunirnos a hablar sobre problemas en el liderazgo sirvió como llamado de atención y creó el impulso para reflexionar al respecto. No todos los líderes tienen esa suerte de “revelación”.
Mientras viajaba por Europa, me pregunté hasta dónde hace meya la complacencia ¿Acaso líderes otrora fuertes se han convertido en presa de su propia indulgencia? La complacencia no es algo que aparece de un momento a otro, sino que es un proceso gradual e imperceptible y cuando nos damos cuenta, ya es tarde.
¿Cómo caemos en la complacencia?
Si estás sobrecargado de trabajo, estresado o padeciendo el agobio del denominado “burn out”, eso puede gatillar la complacencia. También puede darse cuando uno deja de tener pasión por su empleo o su rol; cuando deja de ser una vocación para ser un trabajo. Puede que tu empresa esté afrontando cambios severos, o que su cultura sea disfuncional, y que por más que lo intentes, no logras remediarlo. Eso puede desgastar hasta al más apasionado de los líderes y conducirlo a la rutina, el desaliento y la complacencia.
¿Te ha ocurrido algo de todo esto? ¿Puedes relacionarte con éste líder agobiado? Si todo lo mencionado describe tu estado mental, te daré algunos tips para librarte de la complacencia.
1. ¿Qué decisión de liderazgo debo tomar hoy para demostrar que llevo a cabo un liderazgo realmente responsable?
2. ¿Con qué obligaciones debo estar a la altura y afrontar para posicionar a mi compañía en un lugar mejor?
3. ¿Qué tareas duras debo abordar de frente? ¿Hay alguna conversación difícil con colegas o empleados que he estado evitando? (Si eres complaciente, es probable que no estés haciendo nada ni remotamente parecido a esto, lo que hará que pierdas fuerza como líder).
4. ¿Qué relaciones debo fomentar con colegas dentro de la empresa para trabajar en conjunto y con mayor eficacia?
Siempre le recuerdo a los líderes que su rol es muy demandante. Es muy difícil ser constantemente bueno o excelente en algo. Cuando la tarea se torna difícil, es muy fácil dejarse llevar. Por eso hay que estar reflexionando y analizando constantemente el grado de responsabilidad y compromiso con el trabajo.
El líder holandés me recordó la importabncia de ser brutalmente honestos con nosotros mismos y desafiarnos contantemente, para no caer jamás en manos de las mellizas: indulgencia y complacencia.
En el Gut Check de esta semana, preguntamos: ¿Te has vuelto un líder complaciente?
Fuente: Vince Molinaro – Global Managing Director, Líder de Estrategias para Lee Hecht Harrison.
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