En el mundo de las empresas medianas y, en particular en el de las familiares, se da la circunstancia que los fundadores buscan salir del día a día pero no quieren dejar de fijar el rumbo y controlar el accionar de la empresa.
Si bien en algunos casos se da una situación conflictiva, porque ese deseo de dejar las decisiones cotidianas choca con el temor de que la empresa se le vaya de las manos, o de que sus sucesores o empleados no puedan llevar las riendas tan bien como ellos, en otros los fundadores realmente tienen la opción de poder desligarse de una cosa para dedicarse a la otra.
Entonces es que surgen los roles de la dirección y de la gestión como entidades diferenciadas en la conducción de la empresa.
El rol de la dirección es cuidar los intereses de los accionistas o dueños a través de la supervisión de la gestión de la empresa. Algo así como el Comité Ejecutivo dentro de las responsabilidades de los directores en la ley de sociedades.
Pero entonces, ¿cuál es el rol de la gestión? Debe administrar la empresa dentro del modelo de negocios y sus políticas, para alcanzar los objetivos fijados por la dirección.
En esta división de roles, le toca a la gestión desarrollar sus propias herramientas de administración e informar a la dirección del progreso en la administración de la empresa y el cumplimiento del plan de negocios de acuerdo a la forma y los tiempos que ésta fijó, respondiendo por cualquier inquietud que pueda tener la misma.
En síntesis, con esta estructura, la dirección marca las metas y el rumbo y la gestión hace que se cumpla.
Iprofesional
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