Los ejecutivos post-60 encuentran en la consultoría y el asesoramiento a otros empresarios una opción para alejarse de la vida corporativa diaria sin perder la vigencia y la actividad. De ellos se valora su experiencia, intuición y amplio conocimiento en el manejo del negocio. La voz de sus protagonistas. Qué demanda el mercado.
Para quienes han dedicado toda su vía a una carrera ejecutiva y alcanzaron las posiciones más altas de una empresa, la sola idea del retiro puede ser perturbadora. Seguir estando «en carrera» suele ser vital para ellos. Y existen diversas formas de usar y disfrutar de la experiencia adquirida durante décadas de trabajo.
De acuerdo a Ezequiel Palacios, socio Director de Glue Consulting, cuando los altos ejecutivos de multinacionales deciden salir de las empresas que lideran, suelen dedicarse a ser consultores, formar parte de un directorio de forma externa, o manejar su capital a través de inversiones o un proyecto personal.
Otras fuentes dan cuenta de que, a nivel global, también se ve mucho la participación de estos profesionales en entidades del tercer sector u ONGs. Esto forma parte de su necesidad de ir más allá de lo profesional y dejar un aporte a la comunidad en la última etapa de sus vidas. «Entre los 50 y 55 años, empieza a ser más difícil reinsertarse laboralmente. Los altos ejecutivos cuentan con un handicap muy alto para que una empresa les dé trabajo», explica Alejo Cantón, fundador y presidente de Vistage Argentina.
Según indican desde dicha firma, más de la mitad de los CEOs que se retiran intentan extender su vida laboral abocándose a la consultoría. En un porcentaje menor (uno de cada tres) hacen alguna actividad relacionada con una organización sin fines de lucro, y uno de cada 20 continúa en algún directorio. En otros países, esta última opción es común, pero en la Argentina continúa siendo muy limitada.
No existen rubros que se destaquen por contratar estos perfiles, pero sí se observa que los relacionados a servicios profesionales son los que más valoran su experiencia. «Pensar en cómo va a continuar la vida después de la empresa es una transición complicada», remarca Cantón. «Bien llevada, puede ser la etapa más rica de la vida. Es un cambio muy importante porque uno se reinventa. Sin embargo, la predisposición al cambio no es tan alta como cuando se es más joven», añade. Además, existe la necesidad, en muchos casos, de seguir manteniendo un ingreso salarial.
La decisión
José Luis Farías Sidders es licenciado en Economía y no se jubiló. Con 63 años, en su CV figuran firmas como Ayudín, Agrocom y Clorox, en las que ocupó diversas gerencias. Pero la decisión, hace unos años, de dejar la vida corporativa fue propia. «Yo vivía en México y el plan familiar era regresar a la Argentina, pero sin volver a trabajar en una compañía», recuerda. Como primer paso, compró una franquicia de una escuela de idiomas, que tiempo después no resultó como esperaba.
Farías Sidders descubrió que podía seguir inserto en la vida corporativa desde otro lado. Así se involucró con Vistage, la consultora que reúne a empresarios para compartir experiencias que ayude a pares más jóvenes. Hoy, trabaja allí coordinando dos grupos de CEOs, asesorando a las nuevas generaciones. «No creo en el retiro ni en dejar de aprender. La tecnología, los cambios, hacen que la realidad sea diferente todo el tiempo y, desde allí, puedo aportar mi conocimiento», señala.
Para estos ejecutivos post-60, es altamente viable y tentadora la posibilidad de ser «su propio jefe». Y la consultoría encaja con esta necesidad. Palacios subraya que de ellos se valora, sin dudas, su experiencia y amplio conocimiento en el manejo del negocio. Son ejecutivos que se desarrollaron en contextos de negocios buenos y malos, y cuentan con mucho know-how para hacer frente a las distintas situaciones que puedan presentarse.
«Hasta los 50 años, uno pensaba en uno mismo», remarca Farías Sidders. «Es una vocación que uno descubre que no tenía. Ahora encuentro un ámbito para ayudar a otros a manejarse mejor, hasta en termas personales. El hecho de estar en actividad me permite emprender continuamente», dice, entusiasmado.
Estos ejecutivos tienen una gran intuición y mirada holística del negocio que les permite verlo desde distintas perspectivas, tomando decisiones más acertadas. «En países como Chile y Brasil, por ejemplo, también se valora mucho su experiencia y conocimiento, y se los convoca para que participen del board como asesores externos o consultores en empresas familiares», agrega Palacios. En la Argentina, esto no es tan común.
Para otros pocos «retirados», la posibilidad de montar un negocio propio es atractiva desde el punto de vista estratégico, pero ese proyecto termina convirtiéndose en un emprendimiento hecho a medida de sus hijos, quienes son los que se quedarán a cargo.
A muchos les resulta muy difícil cambiar de rol. Algo de eso sucedió con Carlos Scott, licenciado en Administración de Empresas que, luego de estar en las gerencias Generales de empresas como Unilever, Banelco, Poett, Fiplasto, y Cabaña y Estancia Santa Rosa, recibió un retiro anticipado en 2004, que resultó una experiencia traumática. «No me veía cortando el pasto en mi casa. Siempre había estado muy activo, y dejar de trabajar no era una posibilidad. Además, tenía la necesidad concreta de seguir contando con un salario», recuerda.
En ese camino encontró la consultoría y el asesoramiento a ejecutivos. «Tras 17 años en altas posiciones, Vistage me permitió volcar mi experiencia y conocimientos para ayudar a líderes que buscan llevar sus empresas a un más alto nivel de desempeño», destaca Scott. En lo que es su legado, el ejecutivo hace hincapié en tratar de trasmitir que el empresario «debe lograr un balance entre la vida profesional y familiar».
Así, estos ejecutivos lograron reinsertarse desde distintos ámbitos, manteniéndose conectados con su actividad pero sin tener el peso de quienes toman la decisión final y sin el estrés que esa labor cotidiana conlleva.
Fuente: Cronista.com
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