En alguna etapa de la vida profesional surge la necesidad de hacer un cambio de empleo. Buscar nuevas oportunidades de desarrollo laboral no es negativo, el problema es tomar la decisión en forma precipitada y, posteriormente, arrepentirse.
Cuando surge la inquietud de contratarse en otro lugar, la regla es analizar si ese movimiento se relaciona con el jefe, los compañeros y el ambiente, y si existe alguna manera de modificar ese factor para continuar en la misma empresa.
Cuando se está afirmado en la decisión del cambio de empleo se sugiere repasar los siguientes puntos críticos, analizados por diferentes expertos en consultoría, para apoyar la decisión con la solidez que tan importante paso supone.
1. Claridad respecto de las fortalezas y debilidades propias. Esto significa el conocimiento de su ámbito de posibilidades y las limitaciones que posee.
2. Identificar el tipo de empresa u organización en la que uno se puede adaptar. “Es muy distinto trabajar en una planta productiva o un banco. Adicionalmente, la persona debe saber dónde se siente mejor, con el fin de anticipar una experiencia laboral próspera.
3. Conocer los rangos salariales en los cuales uno se debe mover. No tiene sentido que un trabajador intente aspirar a rentas muy superiores o inferiores a su real valor, ya que, en ambos casos y a largo plazo, la organización buscará ajustar o bien la persona encontrará nuevas posibilidades.
4. Ser honesto en todo el proceso de conocimiento con el nuevo empleador. Esto se traduce en no prometer cosas que no se pueden lograr o asumir conocimientos o habilidades que no se tienen.
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