La rutina maliciosa conlleva a un múltiple accionar infértil. El habituarse a un sinfín de tareas improductivas nos obliga a un cambio drástico de actitud. Ese es el propósito de esta lista.
1. Darse un respiro: «la relajación juega un papel importante cuando hablamos de productividad, pero sentirte culpable por relajarte, destrozará cualquier oportunidad de alcanzar la refrescante sensación que viene cuando cambias el chip.
2. Crear una fecha límite: En el medio de procrastinación contra acción, un deadline ilegítimo perdería siempre. Intenta lo contrario, si un cliente espera algo, no hay otra opción más que hacerlo y tu deber es hacer que suceda.
3. Cambiar el entorno: «nada cambia mejor tu entorno que forzarte a ti mismo a estar “on” mostrándote en público para desarrollar tu capacidad profesional.
4. Relacionar la procrastinación como una lista de tareas de baja energía: «crea una lista “to-do” con ítems que te gustaría completar para cuando no te encuentres lo suficientemente inspirado como para hacer el trabajo que importa.
5. Cambiar el hábito: ¿de que manera te distraes frecuentemente de hacer tu trabajo? ¿Facebook? ¿Twitter? ¿Whatsapp? ¿Networking? reconoce los patrones que te distraen de completar tu lista de tareas y haz justamente lo contrario a ese hábito. Cuesta! pero funciona.
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