Cambiar solía era suficiente. Bastaba con avanzar paulatinamente para evolucionar y no quedarse afuera. La transformación es más compleja: implica esfuerzo y un profundo cambio, dinámico y constante.
La tecnología transforma completamente al mundo laboral. Durante la Conferencia Anual de LHH en la que se analizan tendencias y realidades con expertos mundiales en el tema y cerca de 500 colegas de 65 países; de lo que más se habla es de la velocidad de las transformaciones. De cuánto los perfiles están cambiando más rápido de lo que nadie esperaba y del riesgo que significa que muchos aún que no hayan interiorizado esta transformación.
El empleo es un componente fundamental de nuestras vidas y hoy, los más talentosos (que son lo que generan el 80% de los resultados) buscan experiencias de vida, no simples trabajos; quieren elevar constantemente su nivel de empleabilidad; aspiran a trabajar en un lugar con un propósito, encontrar un sentido. Anhelan un entorno donde se trabaje con transparencia e inspiración. No todas las empresas aplican esta visión.
En todas partes se comparte una misma preocupación: la disrupción digital, las organizaciones exponenciales, las expectativas de los consumidores que se transforman a diario, la velocidad de aprendizaje de la inteligencia artificial. Todos hablan de reinventar sus modelos de negocios y sus productos, de fidelizar clientes y colaboradores, de re imaginar el futuro: el 72% de estos líderes cree que los siguientes tres años serán más críticos para sus sectores que todos los 50 anteriores.
Durante la conferencia, el enfoque estaba puesto en la forma de transformar los modelos mentales de los líderes (que son quienes finalmente impactan y transforman la cultura) para conducir a sus organizaciones hacia los futuros prometidos. También se habló sobre la importancia de proveer las herramientas que necesitan los colaboradores para que ellos también puedan transformarse rápidamente de cara a la digitalización.
Protagonizaron el evento los cambios mentales, los nuevos paradigmas y las habilidades emocionales indispensables: agilidad, flexibilidad y rapidez. También se habló también de pasión, curiosidad y entusiasmo para entregarse a las aventuras que la tecnología trae; de colaborar, de innovar (tratando y fallando una y otra vez, sin traumas ni complejos); de animarse a lo desconocido y actuar sobre ello pese a la incertidumbre. Y sobre todo, se habló mucho de vulnerabilidad y de humildad. Y de como desarrollarlas como el único camino para seguir tratando de ser mejores y más efectivos cada vez. Para seguir liderando, aprendiendo y transformándonos con responsabilidad por nosotros mismos y los demás.
Es importante notar que, aún entre tanta tecnología, lo más humano sigue siendo lo más importante a desarrollar.
Fuente: Inés Temple – Presidente LHH DBM Peru y Chile
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