Bill Gates, cofundador de Breakthrough Energy y copresidente de la Fundación Bill & Melinda Gates, ofreció un discurso durante el Summit Climático en The Times Center el 21 de septiembre de 2023 en la ciudad de Nueva York.
La gestión del optimismo y el pesimismo presenta sus desafíos. El pesimismo resulta crucial para anticipar riesgos y prepararnos ante posibles amenazas. No obstante, el optimismo también tiene su peso. La convicción de que las circunstancias mejorarán, incluso cuando la evidencia sea incierta, constituye un componente fundamental en áreas tan diversas como relaciones sólidas o decisiones financieras a largo plazo.
Aunque aparentan ser enfoques opuestos, el optimismo y el pesimismo debieran ser complementarios, a pesar de que suelen ser preferidos por separado. Hallar un equilibrio entre ambos es clave; esta habilidad es crucial en la vida.
Las personas exitosas encuentran un equilibrio entre el pesimismo y el optimismo
Bill Gates es un ejemplo de la efectividad de esta habilidad oculta. Desde los inicios de Microsoft, priorizó mantener reservas suficientes en efectivo para sostener a la empresa durante 12 meses sin ingresos.
En 1995, cuando Charlie Rose cuestionó su reserva de efectivo, Gates explicó que el vertiginoso ritmo tecnológico no garantizaba el negocio del próximo año, aunque fueran Microsoft.
En 2007, reflexionó sobre su preocupación constante por el bienestar financiero de sus empleados, reconociendo la incertidumbre: “¿Y si no nos pagan? ¿Podré cumplir con la nómina?”
Aquí, el optimismo y la confianza se entrelazan con un marcado pesimismo. Gates parece entender que solo se puede mantener un optimismo a largo plazo si se es suficientemente pesimista para sobrevivir al corto plazo.
Por qué debieras esforzarte por ser un “optimista racional”
Aquí radica la importancia de reconocer que el optimismo y el pesimismo existen en un espectro.
En un extremo se encuentran los optimistas puros, aquellos que ven todo como grandioso, que siempre será así, y que consideran cualquier negatividad como un defecto de carácter. En cierta medida, esto se arraiga en su ego: confían tanto en sí mismos que les resulta difícil aceptar contratiempos.
En el otro extremo están los pesimistas puros, para quienes todo es terrible, siempre lo será, y ven cualquier atisbo de positividad como un defecto de carácter. También arraigado en el ego, este extremo revela una falta de confianza en sí mismos, incapacidad para visualizar algo bueno. Son el opuesto directo de los optimistas puros y están igualmente desconectados de la realidad.
En el punto medio se halla el punto óptimo, lo que podríamos llamar el optimista racional: aquellos que comprenden que la historia está plagada de problemas, desilusiones y contratiempos constantes, pero mantienen un optimismo informado. Saben que los obstáculos no impiden el progreso a largo plazo.
A primera vista, pueden parecer hipócritas o improvisados, pero a menudo tienen una visión más amplia que otras personas.
El secreto en cualquier ámbito, ya sea finanzas, profesiones o relaciones, radica en poder sortear los desafíos a corto plazo para lograr el crecimiento a largo plazo.
Ahorra con la cautela de un pesimista e invierte con la confianza de un optimista.
Planifica con la previsión de un pesimista y sueña con la audacia de un optimista.
Estas habilidades pueden parecer opuestas, ¡y lo son! Es natural pensar que uno debiera ser exclusivamente optimista o pesimista. Sin embargo, se debe comprender que hay momentos y contextos para ambos enfoques, y que ambos pueden, y deben, coexistir.